jueves, 16 de noviembre de 2017

Transguinness 2017, de viaje por Irlanda - 3. Dos capitales, dos países, una isla

     Al abrirse la compuerta de la bodega de carga de nuestro ferry y sacar las motos al exterior, un mundo en el que todo va al revés se abre ante nosotros. Acostumbrados al sol y el secarral que es la mayor parte de España en verano, aquí predomina la lluvia, el agua y todos y cada uno de los tonos del color verde que te puedas imaginar... Ah, y además conducen en dirección contraria, están locos estos irlandeses que dirían nuestros amigos Aterix y Obelix.


Día 5- Caminito a Dublín
    
     El ferry nos deja en el puerto de Rosslare, a menos de 200 kilómetros al sur de Dublín, que es donde pasaremos nuestra primera noche en Irlanda. Por la carretera M11 pondremos rumbo norte para acercarnos a nuestro destino mientras nos habituamos a eso de conducir por el otro lado, y, primera sorpresa, si en Francia los coches te permiten el paso en los atascos, en Irlanda van un paso mas allá, llegando a desplazarse al arcén para facilitarte el adelantamiento, ver para creer.

Irlanda, llueve, si, llueve.
     En la localidad de Rathnew dejamos la M11, ya con el traje de lluvia puesto, para visitar Glendalough, que cuenta con un interesante conjunto monasterial situado a las orillas de dos lagos. Tras una rápida visita, seguimos nuestro camino hacia Dublín, ya que queremos estar para comer allí, no sin antes probar eso de ir de curvas por el lado contrario, así que tomaremos la carretera R115, también conocida como "Old Military Road". Tiene mas de 200 años, y fue construida para permitir el paso a través de las Wicklow Mountains al ejército británico. Sally Gap es el nombre del paso, puerto (de montaña) para nosotros, y ademas de regalarnos un trazado muy entretenido, nos deja lagos, cascadas, inmensas praderas y un sinfín de imágenes grabadas en nuestro disco duro particular.

This is Sally Gap!!
     La carretera nos deja a los pies de Dublín, donde recogeremos a las dos "motorotas" que han pasado de aburridas autopistas francesas y de travesías por mares, y que se subieron al avión en Madrid con el casco en la mano. Antes de eso, la R115 nos hace un regalo de despedida en forma de panorámica sobre la capital irlandesa. Buena toma de contacto con las carreteras de la isla tuvimos, en cambio, la meteorología no acompañó en nuestra tarde dublinesa, ya que una intensa lluvia no nos permitió hacer un mínimo de turismo por la ciudad, así que no quedó mas remedio que quemar los pubs de la zona de Temple Bar. Por cierto, para dormir, nada mejor que un hostel, el Four Courts, bien situado, limpio, bien de precio y con parking concertado, lo que nos permitió dormir tranquilamente sin pensar en si a la mañana siguiente nuestras motos seguirían donde las dejamos.

Dublín, el reencuentro.
Día 6- Rumbo al norte

     Dejamos la capital de Irlanda para ir a la capital de Irlanda, del Norte, y es que Belfast era nuestro primer destino en la mañana del sexto día de viaje, segundo en la isla. La M1 (en Irlanda) o N1 (en el Norte) une ambas capitales en menos de 2 horas por autovía, la única que cogeremos en nuestro recorrido por la isla. Como curiosidad, al pasar la frontera, dejaremos los kilómetros para usar las millas, al principio, como no hay frontera física, nos chocará lo rápido que vamos con respecto a las señales, cuestión de habituarse, pero así a botepronto, decir que 60 millas hora son 100 kilómetros hora. En Belfast hicimos la visita del médico, un paseito por la zona de los murales, y a seguir carretera, que es lo que nos gusta, nuestro próximo destino, la Calzada del Gigante, nuestro camino, la carretera costera, y a decir verdad, no pudimos elegir mejor camino. A pesar de que en algunos puntos tenemos la sensación de que vamos a caer al mar en cualquier momento, la incomparable sensación de rodar casi al borde del acantilado, acompañado de las vistas que llevaremos todo el camino, hicieron de este trayecto uno de los mas interesantes del viaje... En la localidad de Ballycastle termina el "parque de atracciones", donde aprovecharíamos para comer algo antes de visitar uno de los lugares mas populares de Irlanda.

Gigantes viajeros en una calzada un tanto peculiar. 
     Ballyesto, Ballylootro,  Ballyporaquí, Ballyporalla, esta zona está llenas de localidades que comienzan por Bally, pero a cualquier motero que merezca llamarse así, sólo le interesa uno, Ballymoney, y ese fue nuestro siguiente destino. Por que? Por ser el lugar que vio nacer al mas grande piloto de Road Races de la historia, el Señor Joey Dunlop, y hasta su pueblo fuimos a visitarle.

De visita en casa de Mr. Joey Dunlop.
     Tras dar cuenta de unas pintas y de una rica irish dinner, tocaba buscar alojamiento, y lo que encontramos fue The Hunting Lodge Hotel, un hotel de cazadores perdido de la mano de dios, al cual llegamos bien entrada la noche y tras llevarse el que esto escribe algún que otro sobresalto, y es que al ser el que abría la comitiva, pude ver ojos brillando en la noche, sombras de considerable tamaño que se cruzaban por la carretera, y esa extraña sensación de no tener la mas remota idea de hacia donde íbamos,  toda una experiencia...


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